Raúl González Tuñón y el cadáver de un pequeño hombre llamado León Trotsky
En Coyoacán, palacete campestre pagado por el dinero norteamericano, ha muerto León Trotsky, literato notable, hombre pequeño y traidor del Partido Comunista y de la Unión Soviética. Nunca fue antifascista como nosotros lo fuimos -y lo somos- recordad, camaradas, los terribles años. Estaba inquieto últimamente porque mientras los imperialismos se desangran la Unión Soviética construye avión tras tanque día a día… En la radio de Ámsterdam por diez mil dólares -en los años terribles- dirigió al «New York Times» un mensaje -él, el hombre de la ‘revolución permanente’- delatando y calumniando a sus viejos camaradas del Partido… Dijo al «Plan Quinquenal»: «No…» y el Plan Quinquenal… vosotros lo sabéis… Hoy que la prensa reaccionaria del mundo canta loas a su pobre cadáver de viejo resentido arrojándole la final paleada de tierra de ignominia, cómo se agranda la figura de Lenin cuya memoria fue escupida por los que hoy exaltan al Traidor, y cómo, cómo se agranda la figura de Stalin, el fantasma del fascismo y del imperialismo, la expresión suprema de nuestra causa y de nuestro Partido. .. Atrás, pequeño hombre. La tierra generosa hará con tus cenizas lo que hace con las cenizas de todos los hombres: algo útil a la tierra. Recién ahora tu carne torturada de envidia y fiebre oscura, tendrá un sentido, una función, pero los pueblos y el Partido no olvidarán que hubo un traidor… Atrás, pequeña sombra de lúcida maldad. Silencio sobre la tumba del pobre León Trotsky, cuidador de conejos, esposo y padre… Que su ceniza tenga paz, pero no su memoria.
Raúl González Tuñón