El capital para el desarrollo endógeno latinoamericano y la miopía de sus dueños
Resulta fundamental mencionar que el mejor negocio del gran capital alemán y francés después de la destrucción de la segunda guerra mundial consistió en aportar al desarrollo de la periferia y la semiperiferia europea de ese momento. Es decir, a través de transferencias fiscales directas sectores de la gran burguesía alemana y francesa que no se podían ver, que habían provocado la muertes de millones de compatriotas durante siglos, decidieron trabajar conjuntamente, superando una visión racista y chauvinista respecto del resto de Europa, proyectando un proceso de construcción de la nueva Europa. Es eso lo que permite a Europa recuperar, después del desastre de la guerra, el estatus de potencia mundial, algo que hubiera sido imposible bajo otros términos.
Creo que falta esa determinación en los grandes sectores empresariales de América latina, que además están asentados sobre los grandes países de la región. Falta establecer con generosidad un proyecto histórico para el continente. Todavía tienen la visión del capitalismo de la exclusión, del acaparamiento. No piensan en grande, en las posibilidades que se plantean en un nuevo diseño, una nueva estrategia. La posibilidad de ganar vía cantidades y no vía precios, en una situación en la que la construcción de infraestructura, la construcción nacional de América latina, de la patria grande, puede significar posibilidades gigantescas de negocios, no solamente para ellos sino para una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas. Existe una visión demasiado ideologizada respecto de lo que se está construyendo. Como esta iniciativa no vino desde el norte, con el sello de alguna universidad norteamericana, del fondo monetario internacional, del banco mundial o de sus consultores, entonces simplemente no vale. Estamos viendo que, al contrario, el haber perdido estos dos años significa haber impedido la movilización de recursos que existen en el continente. Esta es otra cuestión fundamental. No sostenemos la visión tradicional de la ayuda al desarrollo, asimétrica y vertical, desde el norte. Estamos planteando que tenemos recursos generados en el continente, que es necesario reciclarlos para crear algo mucho más importante que un Plan Marshall en América latina. Necesitamos crear la institucionalidad que permita reciclar los recursos tan dolorosamente generados en el continente y que ahorita se fugan sistemáticamente hacia el norte, hacia actividades especulativas que financian, en muchos casos, al tesoro norteamericano y aventuras guerreristas, como las invasiones en Irak, Afganistán y, ahora, la extensión de la guerra a varias otras partes del mundo. Eso se hace exportando capitales desde una América latina que necesita invertir en producción, en la superación de sus debilidades y retrasos estructurales, no solamente en términos productivos sino sociales.
Dice Pedro Paéz Pérez