El racismo de Juan Bautista Alberdi
Juan Bautista Alberdi publicaba a mediados de 1852 «Bases y puntos de partida para la organización de la República Argentina». La posteridad, que poco o nunca leyó el libro pero lo tendrá por uno de los monumentos de la gloria argentina, lo ha condensado en la brevísima denominación Bases.
En 1852 Alberdi se ha vuelto a sentir Constitucionalista y cree que es imposible una constitución que no fuera liberal anglosajona. El problema lo resuelve con la eliminación de los argentinos como factor eficiente en la nueva Argentina, y su reemplazo por anglosajones:
«Es utopía, es sueño, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispano-americana, tal como salió formada de su tenebroso pasado colonial pueda realizar hoy la república representativa…No son las leyes lo que precisamos cambiar: Son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles para ella».
«Con tres millones de indígenas, católicos y cristiano, no realizaréis tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares porque el español puro es incapaz de realizarla aquí o allá…..es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglosajona. Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esta raza de progreso y de civilización».
«El idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden debe ser obligatorio: No debiera darse diploma ni título universitario al joven que no lo hable y escriba…»
“La libertad es una máquina que como el vapor requiere maquinistas ingleses de origen. Sin la cooperación de esa raza es imposible aclimatar la libertad en parte alguna de la tierra”.
«Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de educación: en 100 años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente».
Alberdi escribía a pálpito. Había estado en Londres, pero no habría visitado los barrios obreros, porque no se puede comparar la modesta, pero digna, vida del gaucho argentino antes de 1852 con la miserable existencia de los obreros ingleses en la primera mitad del siglo XIX «no es raro encontrar a un hombre con su mujer y 4 o 5 niños y algunas veces también los abuelos, viviendo todos en un cuarto de diez o doce pies de lado donde comen duermen o trabajan; son generalmente tan sucias que no sirven ni para establos» – decía Engels.
– José María Rosa –