Hijos del paisito que salieron torcidos
«¿Qué fortuna, qué institutrices, qué colegios, qué países extranjeros, o qué limitaciones físicas como en Borges, han influido en la postura de todos estos hijos de tanos, gallegos, vascos, turcos, judíos y criollos secos, que se amontonaron en la Sade, en ‘Sur’ y en ‘La Nación’ de los domingos, practicando un snobismo de pega? Alumnos de la escuela pública, merodeadores del cajón de almacén paterno, ‘puntos’ en la barra de la esquina en la niñez, o lanceros de un número a la cabeza o a los veinte, centinelas de un pocillo de café para hacer la tarde, gacetilleros de notas policiales, estudiantes de pensión barata, farristas de café con leche y ensaimada, de bar automático o de pizzería, en la adolescencia, ¿qué otra cosa es su postura que una traición deliberada, una evasión del país y de la responsabilidad nacional al precio del prestigio, la fama, la consagración? No se trata como insinúan ahora, para defenderse, del debate entre el arte comprometido y el otro. Se trata de la oclusión deliberada y consciente, en el tema, en el estilo, de toda autenticidad. De su negativa a expresarse en función del ser real y del medio a que pertenecen, y de su deliberado propósito de no comprender. Porque lo que en doña Victoria o en Borges es lógica consecuencia, en ellos es esfuerzo dirigido, fin buscado.»
Arturo Jauretche