El curioso equívoco del Sol Inca en la Bandera Argentina

El curioso equívoco del Sol Inca en la Bandera Argentina

La Asamblea General de 1813 adoptó la figura del Sol, para ornamentar su escudo y sello, asomando en lo alto de esos símbolos oficiales, con rayos fulgurantes y rostro. Más tarde acuñó monedas que, en una de sus caras, presentaban al disco del Sol completo, aplicado después en la Bandera Nacional y como símbolo del Ejército Argentino.

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Entre otras acciones para captar la adhesión de la población originaria, se pensó en utilizar un emblema convocante. “Nuestras armas necesitaban el auxilio de los indios, y su causa estaba identificada con la nuestra” decía el Deán Gregorio Funes. En el Congreso de Tucumán de 1816, Manuel Belgrano y Manuel Acevedo presentaron sendos proyectos, con la adhesión, entre otros, de Mariano Moreno y el general San Martín.

La imagen adoptada respondía a las descripciones del Templo del Sol volcadas por Garcilaso de la Vega en sus Comentarios reales que hablan del origen de los Incas (1609): “En el testero, que llamamos altar mayor, tenían puesta la figura del Sol (…) con su rostro redondo, y con sus rayos y llamas de fuego…”. Y a la que menciona también Gutiérrez de Santa Clara en su Historia de las guerras civiles del Perú (Ca. 1590): “Tenía el rostro de un hombre, con sus rayos (…)”.

La propuesta política no prosperó, pero sí la adopción del sol “incaico” que, en 1813, apareció surgiendo en lo alto del escudo y sello oficial de la Asamblea que más tarde sería nuestro actual Escudo Nacional. El cuño para el sello de la Asamblea fue grabado por Juan de Dios Rivera, orfebre y pintor nacido en Cuzco en 1760. Emparentado con la dinastía incaica, era conocido por su nombre indígena: Túpac Huáscar Inka. Fue partidario de la insurrección de Túpac Amaru (1780 / 1781) y por ese motivo tuvo que trasladarse a Buenos Aires. Quizás estos antecedentes motivaron que se lo eligiera para realizar el trabajo.

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Las monedas encargadas por la Asamblea fueron hechas en la Casa de Moneda de Potosí, con cuño de Pedro Benavídez. Llevaban en el reverso el escudo del sello pero sin el Sol y en el anverso el Sol completo en forma de disco con rayos y rostro.

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Se pretendía emular al Inca haciendo uso de un símbolo honrado por todos sus súbditos, para atraer al componente indígena del Virreynato a la causa independentista, pero se cometió el error de tomar como referencia relatos de cronistas de la época de la conquista del Perú: la descripción del Sol volcada por aquellos respondía a imágenes monárquicas europeas ya que pretendían mostrar que los pueblos conquistados eran ricos y poderosos, similares a cualquier estado del mundo por entonces conocido en Europa.

La verdadera deidad, al que los Incas emularon vistiendo sus atributos y manifestándose hijos del Sol, era el Punchao o Sol Matutino, imagen tan respetada que el Tawantinsuyo consideró prudente conservar su culto en los pueblos conquistados. El Punchao fue llevado al olvido por el gobierno colonial, por su poder de convocatoria. Según Guamán Poma de Ayala en su Buen gobierno (1615) cuando los conquistadores vencieron a Túpac Amaru I en 1572, se apoderaron de la imagen sagrada. Ayala ilustra el episodio con dos españoles llevando al Inca encadenado y a la figura del “ídolo”. El texto de la lámina dice: “El otro capitán llevaba adelante su dios del sol, de oro fino”. En la lámina, la deidad no es una imagen del Sol con disco y rayos, sino una estatuilla antropomorfa de un personaje sentado sobre un pedestal.

Fray Reginaldo de Lizárraga en La descripción y población de las Indias (1605) refiere: “Era de oro vaciado, con un corazón de masa en una cajita de oro de dentro del cuerpo del ídolo y la masa de polvos de corazones de los incas pasados con la significación de las figuras que tiene, que como estaba todo en acto ejecutándose ese hallado más cierta y verdadera razón de todo esto, que la que ahora haya de cuando se ganó esta tierra de ahora cuarenta años; tenía una a manera de patenas de oro a la redonda para que dándole el sol relumbrasen de manera que nunca pudiesen ver el ídolo sino el resplandor”.

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Lo paradójico de todo esto es que la figura del Sol, como aparece en nuestro escudo, jamás fue usada por los Incas; y esto se comprueba revisando objetos incaicos de cualquier índole: la imagen del Sol “con sus rayos” no existe en la iconografía incaica ni andina en general. El Sol, tal como aparece en nuestra bandera, no refleja la imagen del icono original, pero representa el concepto de honrar al astro y la idea de un país que incluya a los pueblos originarios entre sus ciudadanos.

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