Ciudades digitales y dependencia tecnológica: una constante en la historia latinoamericana
Acá en antivigilancia.org presentan un resumen bastante interesante del problema de las ciudades inteligentes en américa latina desde el punto de vista del desarrollo autónomo y sustentable:
La ciudad latinoamericana puede ser vista como una sucesión de tecnologías que, antes que desarrolladas localmente, han sido impuestas: Angel Rama da cuenta de cómo el mundo de los letrados -esto es, los conquistadores españoles y ulteriormente los criollos- definieron el plano de la ciudad iberoamericana. Gorelik argumenta de forma semejante cuando plantea que la lógica tras la irrupción del damero (plano cuadriculado) mediante la instalación de las diagonales en Buenos Aires, no era sino la obra de Sarmiento inspirado en el París de Haussmann.
Todos estos modelos -el del plano damero español, las diagonales parisinas, las autopistas de inspiración norteamericana, etcétera- no son sino implantaciones de un ideario que no necesariamente responde a las necesidades urbanas del Gran Sur. Tales ideologías no se hallan, por cierto, ajenas a intereses. Muy por el contrario, cada una de ellas supone una forma de ordenar y disponer del mundo, especialmente diseñada por y para quienes se encuentran en posición de sacar provecho de tales saberes.
Pero en el caso de las Smart Cities se añade un nuevo elemento a esa influencia incontrastable de los países desarrollados: detrás del ensalzamiento de las tecnologías digitales, también hay un modelo de negocio que perpetúa la dependencia tecnológica Norte-Sur. No es mera coincidencia que la Intendencia de Santiago haya firmado un convenio al respecto con CISCO, una de las principales compañías mundiales en tecnologías digitales, y que particularmente ha desplegado un plan mundial sin precedentes respecto a las ciudades inteligentes, dejándolo en una posición de poder tremendamente conveniente. Otras grandes compañías transnacionales como Telefónica y Endesa – con especial historial de conflictos en Chile pero también en América Latina- han desplegado su interés en participar en el proyecto de Smart City. Crear demanda por tecnologías que pocas empresas locales van a poder enfrentar, es un negocio redondo que perpetúa a esta parte del mundo como meros consumidores de tecnologías del norte.
[… luego de repasar los problemas de privacidad en el manejo de datos personales, soberanía y violación de los derechos humanos bajo vigilancia panóptica que presenta el manejo de big data por corporaciones extranjeras fuera de control, concluye que…]
La instalación de prácticas y discursos relativos a las “ciudades inteligentes” no supone sino la existencia de orbes carentes de tal facultad. Pero quizás las ciudades no han de ser evaluadas en cuanto su capacidad de entes de razón, sino como espacios de interacción de altísima complejidad, y seguidamente poseedoras de un sesgo de impredictibilidad. En este sentido, Sennett reconoce implícitamente el carácter complejo de las ciudades, al sostener que la implementación de nuevas tecnologías debiera estar orientada hacia el mejoramiento de las coordinaciones dentro de la urbe, antes que hacia una prescripción de las formas de interacción dentro de la misma que solo fomentan el control y la vigilancia.
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