Yrigoyen, la inflación importada y los liberales fetichistas

Yrigoyen, la inflación importada y los liberales fetichistas

Uno de los antecedentes más antiguos de la histórica polémica fue el alza de los precios que siguió a la finalización de la Primera Guerra Mundial, que los sectores conservadores se apuraron a atribuir a las políticas “populistas” de Yrigoyen. La respuesta vino desde un conservador heterodoxo, Alejandro Bunge, que desarrolló por primera vez la tesis de inflación estructural, nada menos que en una sobremesa en casa de uno de los padres fundadores del monetarismo, el economista estadounidense Irvin Fisher. Allí convenció al colega norteamericano de que la inflación argentina no podía atribuirse a causas monetarias o de exceso de demanda, brindando una explicación alternativa: “La fuerte demanda del exterior elevó los precios de nuestros productos, lo cual repercute hasta en los de nuestro pan y nuestra carne de consumo y, por otra parte, el alza de los artículos manufacturados, que nos hemos acostumbrado a recibir del extranjero, tuvo por consecuencia que, aun reduciendo nuestras importaciones a un tercio, por muchas causas concurrentes, pagamos tanto por ellas como antes de la guerra. Un alza, que oscilaba 30 y 70 por ciento para nuestros productos y entre 100 y 400 por ciento para nuestras importaciones, tenía que influir necesariamente en nuestros precios, a pesar de no existir inflación monetaria; más de un tercio de nuestros consumos manufactureros provenían del exterior y exportamos dos quintos de nuestra producción (…). Entretanto, y debido a la persistencia del alza que parecía no detenerse, toda la vida económica se fue ajustando a esos nuevos divisores comunes. Los salarios subieron en igual proporción (…). Todo se amoldó a la fuerte baja del poder adquisitivo de la moneda” (Revista de Economía 1921, nº 38, ps. 2057)

Todo esto lo cuentan Andrés Asiain y Lorena Putero acá